LOS QUE RECONOCEN SU DEBILIDAD SE HACEN FUERTES
“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”
2 Corintios 4: 6-7
El apóstol Pablo, está diciendo que Dios mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, haciendo referencia a lo siguiente: “Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” (Génesis 1:2) y luego, Él dio la orden siguiente: “Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz” (Génesis 1:3).
¡Ese mismo Dios que ordenó que apareciera la luz, es El Mismo que ha resplandecido en nuestros corazones!, para revelarnos el conocimiento de la gloria de Dios, en la persona de Jesucristo. Esto está en perfecta armonía, cuando el apóstol Juan dice que Jesucristo es la luz (Juan 1:9); de manera que Pablo, dice que ese tesoro lo tenemos en “vasos de barro”, así que, tenemos un contraste muy grande; nosotros, siendo las vasijas frágiles y débiles, y Dios, siendo el Todopoderoso en nosotros.
DIOS QUIERE QUE RECONOZCAMOS NUESTRA NATURALEZA FRÁGIL, ya que nos compara como a “vasos de barro”. Existe una gran virtud cuando el creyente reconoce sus limitaciones y su fragilidad. Es necesario que estemos conscientes de nuestra debilidad; como cristianos, debemos de admitir nuestras imperfecciones, pues cuando más débiles somos, seremos más usados por Dios. Este es un acto de humildad que nos permite reconocer que no tenemos todo bajo control. Necesitamos ser honestos con nosotros mismos y dejar de hacer nuestra propia voluntad, pues lo estamos echando a perder todo.
Toma tiempo para identificar tus debilidades y entregárselas a Dios, recuerda que somos “vasos de barro” con un gran tesoro adentro. ¡Deja que el tesoro gobierne tu vida y no pretendas ser superior al que está dentro de ti!
La Biblia nos enseña a depender de Dios:
“Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová” (Jeremías 17:5).
“El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama” (Mateo 12:30).
“Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia” (Proverbios 3:5).
LOS QUE RECONOCEN SU DEBILIDAD SE HACEN FUERTES; de esta manera, dice la Biblia que la excelencia del poder de Dios será evidente, que no procede de nosotros, sino, de Él. En otras palabras, sólo haciéndonos a un lado, el poder de Dios se va a manifestar en nosotros. El apóstol Pablo reconoció este principio cuando dijo: “De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo en nada me gloriaré, sino en mis debilidades” (2 Corintios 12:5); “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 corintios 12:9-10). Pablo estaba seguro que la única manera de ver el poder de Dios manifestarse en su vida, era obedeciendo y apegándose a la Palabra de Dios.
¡Por estas razones, los hombres que Dios llamó al ministerio eran hombres débiles!, pues Él tenía el propósito de glorificarse en sus vidas. Veamos algunos ejemplos de estos hombres que llegaron a ser grandes, porque reconocieron su debilidad:
- Pablo, se veía como un hombre común y corriente, pero, Dios estaba haciendo maravillas en él (Hechos 14:15). Confesó que el poder manifestado en su vida, no provenía de él mismo, sino, de Dios (1 Corintios 15:10).
- José, reconoció que su sabiduría no provenía de él mismo, sino, de Dios (Génesis 41:16).
- Gedeón, era un hombre de baja autoestima y muy inseguro, pero, Dios lo convirtió en un varón esforzado y valiente (Jueces 6:12).
- Moisés, tenía un temperamento muy fuerte, pero, Dios lo convirtió en el hombre más manso del mundo (Números 12:3).
- Abraham, era un hombre temeroso, pero, Dios lo convirtió en el padre de todos los creyentes (Romanos 4:11).
- Pedro, de carácter impulsivo, sin embargo, Dios lo transformó en un hombre humilde (1 Pedro 5:1).
- David, el hombre adúltero, se convirtió en un hombre conforme el corazón de Dios (Hechos 13:22).
- Juan, fue uno de los arrogantes hijos del trueno, que Dios lo convirtió en el apóstol del amor.
Dice el autor de Hebreos: “¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros” (Hebreos 11:32-34). Esto es lo que Dios puede hacer con aquellos que le entregan su debilidad a Cristo.
La pregunta es ¿cuál es tu debilidad?, Dios la quiere transformar para que Él sea glorificado en tu vida.
¡Somos vasos de barro y Él es el alfarero!, deja que Dios te transforme en lo que Él quiera, haciéndote una mejor persona.
Pastor Nelson Reynaldo Pérez
Director Gral. Cinco E Internacional
www.cincoe.org
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