EL EXCESO DE CONFIANZA EN NOSOTROS MISMOS, NOS ALEJA DE DIOS

Y volviendo a Josué, le dijeron: No suba todo el pueblo, sino suban como dos mil o tres mil hombres, y tomarán a Hai; no fatigues a todo el pueblo yendo allí, porque son pocos” Josué 7:3 

 

La historia de Israel, comandado por Josué para ir a la conquista de la tierra prometida, es un cuadro de la vida espiritual del cristiano, queriendo conquistar los pecados que hay en su vida.  

 

Tomaremos esta historia para sacar principios espirituales, que, nos ayudarán para tener victorias en nuestra vida cristiana. 

 

1.       LA VICTORIA DE ISRAEL SOBRE JERICÓ. “Y dijeron a Josué: Jehová ha entregado toda la tierra en nuestras manos; y también todos los moradores del país desmayan delante de nosotros” (Josué 2:24). La ciudad de Jericó era una de las más fortificadas de Canaan y si la vencían, prácticamente las demás, "estaban fáciles de conquistar". Dios no sólo les dio la orden de conquistar, sino, también les dio la estrategia para vencer; les había dado una promesa: Mas Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra. Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante seis días. Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas. Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá; entonces subirá el pueblo, cada uno derecho hacia adelante” (Josué 6:2-5).  

 

¡Cuando Josué obedeció por fe, las instrucciones que Dios le había dado, las murallas cayeron y Dios les dio una victoria total! 

 

Mientras el pueblo de Israel tenía su primera gran conquista, en el seno de la victoria se fraguó la base para una futura derrota.  

 

Una de las cosas que tenemos que aprender en la vida, es que, ¡nuestro peor enemigo, está dentro de nosotros mismos! Se me viene a la mente una ocasión, que estábamos visitando un castillo en España y el guía nos explicaba que cada castillo, tiene una puerta muy pequeña o un pasadizo secreto para escapar por causa de los traidores internos del reino. Lo mismo le pasó al Imperio Romano, el cual, nunca fue vencido por otro Imperio, sino, que fue vencido por su misma corrupción. Vemos entonces acá en la Batalla de Jericó, que Israel fundamentó su próxima derrota por desobediencia, por traición y por la avaricia.  

 

Dios les había dado promesas de que nadie les haría frente en la batalla, pero, lo que ellos no sabían, era que su primera derrota vendría de adentro, de las debilidades de su corazón; “Pero vosotros guardaos del anatema; ni toquéis, ni toméis alguna cosa del anatema, no sea que hagáis anatema el campamento de Israel, y lo turbéis. Mas toda la plata y el oro, y los utensilios de bronce y de hierro, sean consagrados a Jehová, y entren en el tesoro de Jehová” (Josué 6: 18-19);  Pero los hijos de Israel cometieron una prevaricación en cuanto al anatema; porque Acán hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá, tomó del anatema; y la ira de Jehová se encendió contra los hijos de Israel” (Josué 7:1). 

 

2.       LA DERROTA DE ISRAEL EN HAI. Josué envía espías hacia Hai para ver la ciudad, “Y volviendo a Josué, le dijeron: No suba todo el pueblo, sino suban como dos mil o tres mil hombres, y tomarán a Hai; no fatigues a todo el pueblo yendo allí, porque son pocos” (Josué 7:3). Estos hombres, por haber conquistado Jericó, que era lo más difícil, dijeron: “¡No, pues esto será pan comido!”. 

 

Los espías que envió Moisés estaban temerosos y dieron mal reporte; los que envió Josué, tenían exceso de confianza en sí mismos, se iban de un extremo al otro y no tenían madurez. ¡Esto no les permitió ver que la victoria de Jericó, no fue por sus fuerzas, sino, por la fe! Su creencia errónea les permitió elaborar una estrategia para atacar Hai y así, vino la primera derrota.   

 

Así mismo, hay en nuestras iglesias personas que no andan conforme la fe, sino, confiando en sí mismos; viven su vida en base a creencias que no tienen sustento Bíblico. Las creencias que nosotros tenemos, producen los mismos hechos que nosotros aborrecemos, y es un error atacar los hechos, cuando la raíz del problema es la creencia.  

 

Los cristianos, abrigamos en nuestro corazón creencias equivocadas, que nos llevan a vivir una vida estéril y sin frutos; por ejemplo: algunos creen que pueden vencer el pecado por sus propios medios y por eso, les pasa como los que fueron a la batalla contra Hai, viviendo vidas que se caracterizan por la derrota en sus luchas espirituales. Otra creencia, es que el haber tenido vidas bonitas en el pasado, les alcanza para vivir bien ahora.  Esto parece como una “jubilación cristiana”, que pueden vivir sus vidas cristianas sin exigencias, y por eso, viven como cristianos mediocres, creyendo que pueden “dormir sobre sus laureles”. Otros creen que como Dios es bueno y amoroso, Él está dispuesto a bendecirles, independientemente de lo hagan; es decir, “seamos buenos o malos, porque de todas maneras estamos en la gracia”.  Además, argumentan que en La Biblia dice: “Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo” (2 Timoteo 2:13). Estos mismos, piensan que Dios no los va a tratar de acuerdo a sus hechos; sino, de acuerdo a su gracia. Por esa razón, viven una vida sin exigencias espirituales. Por lo tanto, no ven la necesidad de hacer devocionales, ya no oran, ni leen La Biblia, ya no andan en el Espíritu Santo; hasta sienten que tienen derecho a “una vacacioncita con el pecado” y no pasa nada. Creen que pueden vivir un cristianismo sin ser tan extremo y piensan: “¿para qué ayunar?”, “¿para qué hacer vigilia”, “¿para qué servirle al Señor?”.  Por este tipo de pensamiento o creencia, tenemos un cristianismo poco espiritual; existe poca madurez entre los hermanos, no les interesa conocer el consejo de Dios para sus vidas. A estos se refería el apóstol Pablo cuando dijo: “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? en ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?“ (Romanos 6:1-2).  

 

¡Una vez que hemos muerto en Cristo, también morimos al pecado, para poder vivir nuestra vida para hacer la voluntad de Dios! ¡No podemos vivir conforme a nuestras propias creencias y a la vez agradar a Dios! La Biblia nos enseña en Mateo 5:3-10, que hay consecuencias por nuestras buenas creencias, por ejemplo, en las bienaventuranzas se puede ver un resultado asociado a cada cualidad del creyente: 

 

¡Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos! 

¡Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación! 

¡Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad! 

¡Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados! 

¡Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia! 

¡Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios! 

¡Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios! 

¡Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos! 

 

¡Hermanos, no atesoremos malas creencias en nuestro corazón! como dice el apóstol Pablo; “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gálatas 6:7-9).  

 

¡Dios no interviene enviándote un rayo para que te parta en mil pedazos!, pues ¡tú sólo caerás por las consecuencias de tu pecado!; ¡todo lo que siembres vas a cosechar!, así que no nos engañemos. 

 

3.       LA VICTORIA DE HAI, ES EL RESULTADO DE CAMBIAR LA CREENCIA DE QUE “PUEDO PECAR Y NO PASA NADA”.  “Levántate, santifica al pueblo, y di: Santificaos para mañana; porque Jehová el Dios de Israel dice así: Anatema hay en medio de ti, Israel; no podrás hacer frente a tus enemigos, hasta que hayáis quitado el anatema de en medio de vosotros” (Josué 7:13).  Es posible que por el pecado tuyo, otros también están sufriendo; o por el pecado de otro, tú estás sufriendo. ¡Es necesario santificar nuestras vidas para poder ver el poder de Dios y tener victorias! 

 

Dios le habló a Josué y le dijo que tendría victoria sobre Hai, “Jehová dijo a Josué: No temas ni desmayes; toma contigo toda la gente de guerra, y levántate y sube a Hai. Mira, yo he entregado en tu mano al rey de Hai, a su pueblo, a su ciudad y a su tierra” (Josué 8:1) y le dio una estrategia para vencer usando su derrota anterior.  

 

¡No confíes en las buenas estrategias humanas!, sino, en las perfectas estrategias divinas para vencer el pecado en tu vida. 

 

¿Cuáles son las creencias que tú tienes que cambiar? Recuerda, que mientras no las cambies, no tendrás victorias en tu vida y, hasta un pequeño pecado te puede derrotar. 

 

Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” Hebreos 12:14. 


Pastor Nelson Reynaldo Pérez
Director Gral.  Cinco E Internacional
www.cincoe.org




Comentarios

  1. Excelente reflexión , para caminar en victoria, confiando solo en Dios

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