LOS 3 JUICIOS DE DIOS PARA EL SER HUMANO
"Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” 2 Corintios 5:21
Según La Palabra de Dios, todo ser humano merece la condenación, pues, nos enseña en Romanos 3:10-12: “Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno”. Así que, ante esta condición del ser humano, ¡todas las personas seremos juzgados delante de Dios y los veredictos serán diferentes en cada Juicio!
Veamos a continuación los Juicios que aparecen en La Biblia:
UN JUICIO PERSONAL O DE JUSTIFICACIÓN. “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1). Este, es un evento puntual en la historia de la vida de una persona, quien se presenta “personalmente” delante de Dios, por haber creído por fe, en el sacrificio de nuestro Señor Jesucristo (Romanos 3:22). Es acá donde Dios, siendo “El Juez”, declara “justa delante de Él” a esa persona. En ese momento, la persona no viene a Dios para ser evaluado, ni para que Dios diga lo que merece, pues, lo que todos merecemos, es la muerte y la condenación eterna. La persona se presenta delante de Dios, para reconocer Su amor, por haber enviado a Jesús para que tomara su lugar en la cruz y muriera por ella; tal como nos lo explica La Palabra de Dios: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él” (2 Corintios 5:21).
En este juicio personal, Dios no condena a nadie, sino, que todos son declarados “justos”. No se trata de un proceso de transformación interna, sino, de recibir el perdón de la pena por nuestros pecados. No quiere decir que ya somos buenas personas, o que, dejamos de ser pecadores, sino, que es una declaración divina basada en la obra de Cristo en la cruz, donde el veredicto de Dios es que: “eres libre de la pena del pecado y justo delante de Él”; de modo que, ¡la justificación es legal, puntual y externa al ser humano!
Es legal, porque Dios, “El Juez”, la declara. Es puntual, porque se ejecuta en un solo momento, en un instante, Dios te declara “justo”. Es externa, porque no depende de alguna cualidad personal, sino, que, es por la gracia de Dios, “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).
¡Bienaventurados los que se presentan voluntariamente al “Juicio Personal de Dios”!, porque Él no rechaza al corazón contrito y humillado (Salmos 51:17). ¡Este es el Juicio en el que Dios quiere que todos estemos!; si tú no has estado delante de Dios en este Juicio, ¡te invito para que, ahora mismo, le busques en oración y muestres así tu fe en nuestro Señor Jesucristo!
UN JUICIO A LAS NACIONES. “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos” (Mateo 25:31-32). ¡Ninguno que haya sido justificado, estará en este juicio!, el cual, algunos lo conocen como “El Juicio de las Ovejas y los Cabritos”, porque así lo describe el libro de Mateo, en el capítulo 25. También, es conocido como “El Juicio de las Naciones en el Valle de Josafat”, porque así lo describe el profeta Joel en su Libro, en el capítulo 3:2. También se le conoce como “El Juicio de los Vivos”, porque todos los juzgados serán los que estarán vivos en La Tribulación.
En este juicio, Jesús, siendo “El Juez”, lo realizará inmediatamente después de La Segunda Venida; y evaluará la fe de los habitantes en base a sus acciones a favor o en contra del Pueblo de Dios. El resultado será, que todos los que tuvieron buenas acciones con El Pueblo de Dios, entrarán al Reino Milenial, donde Jesús será el que gobierne, y los que no atendieron a las necesidades del Pueblo de Dios, serán enviados a un castigo eterno (Mateo 25:46).
UN JUICIO PARA TODA LA HUMANIDAD QUE NO PUSO SU FE EN JESÚS. Nuevamente, ningún cristiano que ha creído en Cristo como su Señor y Salvador, estará en este Juicio conocido como: “El Juicio del Gran Trono Blanco”, pues así lo describe el apóstol Juan, en Apocalipsis 20:11. Este juicio se realizará al final del Reino Milenial. Todas las personas de todos los tiempos, que rechazaron a Cristo, resucitarán y se presentarán ante este Trono, y serán juzgadas de acuerdo a sus obras. El resultado, lo da el apóstol Juan en Apocalipsis 20:15 “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”. A este lugar, también se le conoce como “La Segunda Muerte”, porque es la separación eterna de Dios, y estarán allí por siempre con Satanás y sus demonios.
¡Sí tú eres hijo de Dios y estuviste en el primer Juicio, te felicito!, pues para ti, no hay malas noticias en “el calendario de los eventos futuros” que Dios tiene preparado. La obra de Jesucristo en la cruz fue tan completa, que nadie te puede condenar, pues La Biblia dice que, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús (Romanos 8:1), es decir, ¡nadie te confrontará con ninguna de tus faltas, porque por todas ellas pagó Cristo! Sin embargo, nos enseña La Biblia, que tu fe debe de ser congruente con tus obras “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales, Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10), de manera que, la única forma de demostrar tu fe genuina, es haciendo obras genuinas de fe; haciéndose evidentes sobre tu manera de ser, tu carácter y tu trato con los demás.
¡Un verdadero hijo de Dios no se puede confundir con los hijos del diablo!, somos “hijos de luz” y las expectativas de Dios son evidentes, “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” Mateo 5:16.
¡Dios espera que, con tu vida transformada, glorifiques Su nombre y vivas una vida santa delante de Él!
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