EL SEÑOR DE LA MIES 

 

“Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” Mateo 9:37-38 

 

En una ocasión, una amiga me comentaba que tenía una gran preocupación; pues había sembrado muchos terrenos de café y ya era el tiempo de cortarlo porque estaba maduro, pero, no había suficientes obreros para cortar el café; por lo cual, consideraba que la cosecha se perdería.  

 

¡Cuando la mies es mucha y los obreros pocos, la cosecha es muy pobre! Precisamente éste era el problema que Jesucristo estaba describiendo en nuestro texto de estudio: ¡Muchas personas listas para ser evangelizadas, pero, muy pocas personas para evangelizar! 

 

La palabra “entonces” del versículo 37, nos conecta con los versículos anteriores, donde se describe el ministerio de nuestro Señor Jesucristo recorriendo todas las ciudades y aldeas; enseñando, predicando y sanando. Mientras Jesús hace su ministerio, se detiene un momento; a lo mejor levantó la vista para ver a la multitud y lo que vio no fueron las cabezas de todas las personas, o el grupo de gente que se aglomeraba en ese lugar, sino, que vio sus corazones; así, evaluó el estado de la multitud. Esto es algo que sólo Dios puede hacer; una vez obtuvo “el diagnóstico” de la multitud, el corazón de Jesús se llenó de compasión por la condición espiritual de la gente, así que, Él nos explica a continuación qué fue lo que vio. 

 

  1. LAS MULTITUDES ESTABAN DESAMPARADAS Y DISPERSAS, COMO OVEJAS QUE NO TIENEN PASTOR (Mateo 9:36). Este “diagnóstico” que hizo Jesús a las multitudes, es una muestra de cómo está la humanidad en general. La clave para entender la condición espiritual de la humanidad, es el significado de las palabras que Jesús usó: “desamparadas y dispersas”. 

 

La palabra “desamparada” significa: estar extremadamente cansado, desmayar de agotamiento o desanimarse. El alma de las personas está a punto de desmayar, están cansadas de no encontrar una solución definitiva a sus vidas, han sido engañados muchas veces, viven bajo valores relativos, han buscado la solución y no han encontrado la respuesta.  

 

¡Es interesante cómo se ha denominado a los siglos en los que la humanidad ha vivido!, por ejemplo: al Siglo XVII se le dio el nombre de “La Luz”; al Siglo XVIII, “El Siglo de la Razón”; al Siglo XIX, “El Siglo del Progreso”, y el Siglo XX, en el cual, se hicieron muchos avances tecnológicos y el hombre habló de crear una utopía donde la paz y la felicidad iban a reinar, se le dio el nombre de “El Siglo de la Ansiedad”.  La tecnología no cumplió su propósito de dar felicidad y el hombre sigue estando agotado y sin esperanza. 

 

La palabra “Dispersas” denota un movimiento súbito; sacudir, arrojar fuera, poner en el suelo, estar abatido. La humanidad en general, no tiene paz, no tienen una esperanza; tienen miedo a la muerte porque no están preparados para ese momento y tienen una gran necesidad no sentida de que se les comparta El Evangelio.  

¡El problema de la humanidad es que no conocen el camino, la verdad y la vida que es Cristo! 

 

¡El problema de la humanidad, se convierte en el problema de la iglesia!, porque Jesús dijo que, “…la mies es mucha, mas los obreros pocos” Mateo 9:37. La Solución al problema de la humanidad es la responsabilidad de la iglesia; el Señor Jesucristo, inmediatamente define la solución de la humanidad y automáticamente se convierte en el problema de la iglesia, ¿por qué un problema? porque la solución no es más cristianos, pues la estrategia sería hacer más evangelismo.  ¡La solución es más obreros!; esto nos lleva nuevamente a nuestra tarea primordial de hacer discípulos que se conviertan en obreros de Dios, así que, Jesús, siendo Dios, identifica fácilmente el problema y no se desvía como el hombre, quien cree que el problema de la humanidad lo son: el calentamiento global, las guerras, la desigualdad social, la pobreza, la educación. 

 

¡El problema del hombre no está fuera de él, sino, dentro de su corazón! y el único que lo puede resolver es Cristo, por eso, la solución está en nuestras manos, como hijos de Dios.  

 

¡El problema no es falta de cristianos, sino, de obreros! 

 

La tarea no sólo se resuelve haciendo discípulos, sino, el Señor Jesús dijo: “Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” Mateo 9:38. La tarea de levantar obreros es de Dios, pero, como resultado de nuestra oración. Si hay tanta necesidad ¿por qué Dios no levanta los obreros sin que se lo pidamos? Bueno, la razón es muy sencilla, ¡Dios llama a los que oran! Algo sucede en el corazón de aquel que claman a Dios, se forma en su corazón el deseo de servirle, y Dios, conociendo su corazón, le llama al ministerio para convertirle en uno de sus pocos obreros, tal como lo hizo con sus discípulos en Mateo 10:5, que los envió a predicar.  

 

Yo recuerdo que cuando inicié mi caminar con Cristo, le pedía a Dios en oración que levantara misioneros; hasta me puse a la orden para sostenerlos y el resultado fue que, El Señor me envió a mí, ¡ahora con gran alegría, me desempeño como uno de Sus siervos! 

 

¡Si queremos ser parte de la solución, oremos a Dios para que envíe obreros a Su mies!
Existen muchos obreros que Dios ha llamado, pero, no tienen el valor suficiente para ser obreros de Dios y están fuera del Ministerio. Existen también obreros que, han tenido el valor y la fe para servir a Dios, pero, las iglesias los han descuidado y han caído en desánimo; otros obreros que Dios llamó, se enamoraron del dinero y se apartaron de la misión de Dios, olvidándose del porqué los llamó El Señor al Ministerio.  

 

¡Hay mucha necesidad de hombres y mujeres que sirvan con un corazón sincero a Dios!, ¡recuerda que, si quieres ser usado por Dios, debes comenzar por la oración! 

 

“Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí” Isaías 6:8 

Pastor Nelson Reynaldo Pérez

Director Gral. Cinco E Internacional

www.cincoe.org 



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