Dios es nuestro escudo.
“Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; Mi gloria, y el que levanta mi cabeza” Salmos 3:3
El Salmo 3, tiene como contexto el tiempo cuando David estaba huyendo de su hijo Absalón, y nos expresa que tenía muchos adversarios, “!Oh Jehová, cuánto se han multiplicado mis adversarios! Muchos son los que se levantan contra mí”; Salmos 3:1.
¡Cuando tus enemigos se multiplican, tus problemas se multiplican!; la palabra hebrea “muchos” que usa David en el versículo es “Rabab” que puede significar que los problemas son: grandes, múltiples y prolongados. Así eran los problemas que David estaba experimentando, grandes, múltiples y prolongados; algunos de los problemas eran los siguientes:
- Su hijo Absalón lo estaba persiguiendo para matarlo.
- Su mejor consejero, Ahitofel, lo traicionó.
- Tuvo que dejar todas las comodidades de su palacio, de donde salió llorando y descalzo.
- Fue acusado de ser un hombre sanguinario (cruel, vengativo, que
disfrutaba matar; un asesino múltiple y perverso). - Su hijo Absalón violó 10 de sus concubinas.
- Un gran dolor vino a su corazón cuando supo que su hijo Absalón había muerto.
- La victoria sobre su hijo le sabía amarga.
- Seba, hijo de Bicri, se le había sublevado.
- Tenía como enemigos naturales a los filisteos.
- Y, otros problemas adicionales que vendrían, derivados del listado anterior.
Y tú, ¿cuántos problemas tienes?
¡Probablemente tienes múltiples problemas!; a lo mejor, varios de ellos son muy grandes y también es posible que lleves mucho tiempo de luchar con algunos de ellos. Es fácil que nos identifiquemos con David por los diferentes problemas que nos aquejan a diario; ¡no vemos solución posible para algunos de ellos!
¿Cómo fue que David logró salir victorioso con tantos problemas?
David estaba confiado en Dios “Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; Mi gloria, y el que levanta mi cabeza” (Salmos 3:3). La expresión “mas tú”, en este caso, es sinónimo de “pero”, que es una expresión de contraste, como quien dice: “tengo muchísimos problemas y muy complicados…sin embargo, no estoy angustiado”; de una forma sobrenatural, David no estaba preocupado, no estaba escondido en una cueva y tampoco cayó en depresión. Entonces, ¿qué fue lo que hizo David para sobreponerse ante tantos problemas que tenía en su vida?; ¿cómo es que podía dormir tranquilo?
Primeramente, dice que, “DIOS ERA ESCUDO ALREDEDOR DE ÉL”. David había visto cómo la protección de Dios estaba con él; había pasado muchas situaciones muy peligrosas y Dios lo protegía una y otra vez. En esta batalla contra su hijo Absalón, David no tenía miedo porque Dios lo protegía. Dice La Biblia que, cuando los siervos de David pelearon contra Absalón, sucedió un milagro “Y la batalla se extendió por todo el país; y fueron más los que destruyó el bosque aquel día, que los que destruyó la espada” (2 Samuel 18:8). ¡Esto es una evidencia más que Dios era el que estaba protegiendo a David!
Cuando David supo que Aitofel, quien era un gran consejero, lo había traicionado y se había ido a favor de su hijo Absalón, clamó a Dios, “Y dieron aviso a David, diciendo: Ahitofel está entre los que conspiraron con Absalón. Entonces dijo David: Entorpece ahora, oh Jehová, el consejo de Ahitofel” (2 Samuel 15:31). A lo mejor David iba caminando e hizo esta oración: “Entorpece ahora, oh Jehová, el consejo de Ahitofel” ¡y fue justamente lo que pasó!; ¡una vez más, David fue librado por Dios!; de esta manera, de una forma real, Dios era escudo de David; la palabra “alrededor” denota protección completa, ya que el escudo de un guerrero solamente cubría una parte, pero, Dios lo cubriría completamente.
En segundo lugar, dice David que, “DIOS ES SU GLORIA”. La palabra “gloria” también significa dignidad, reputación, honor y posición de respeto; nos damos cuenta que nosotros no debemos andar buscando estas cosas, sino, que ellas provienen de Dios. David no estaba triste porque le habían quitado su reinado, su casa, su posición y todas las riquezas de su palacio; ¡David sabía que su dignidad no provenía de las cosas acá en la tierra, sino, que su gloria era Dios!
¿En dónde reside tu gloria?, ¿en qué está basada tu dignidad?, ¿por qué crees que la gente debe de respetarte? Debemos de aprender que nuestra reputación y nuestra gloria o dignidad no dependen de cosas materiales o intelectuales, sino, de nuestra relación y confianza en Dios, ¡Él es nuestra gloria!
En tercer lugar, dice David que, “DIOS ES EL QUE LEVANTA SU CABEZA”. En 2 Samuel 15:30 dice: “Y David subió la cuesta de los Olivos; y la subió llorando, llevando la cabeza cubierta y los pies descalzos. También todo el pueblo que tenía consigo cubrió cada uno su cabeza, e iban llorando mientras subían”. El ir descalzo, era una señal de humillación delante de Dios; la actitud de David era de total rendimiento a Dios, no iba reclamando, sino, aceptando la voluntad de Dios y aun cuando le ofendían y le lanzaban piedras, no respondía con maldición. “Entonces Abisai hijo de Sarvia dijo al rey: ¿Por qué maldice este perro muerto a mi señor el rey? Te ruego que me dejes pasar, y le quitaré la cabeza. Y el rey respondió: ¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia? Si él así maldice, es porque Jehová le ha dicho que maldiga a David. ¿Quién, pues, le dirá: ¿Por qué lo haces así?” (2 Samuel 16:9-10); la actitud de David no era de furia por lo que le sucedía y no buscaba a alguien para desquitárselas, sino, estaba dispuesto a recibir la voluntad de Dios; él no reaccionó con violencia porque sabía que, “Dios es El que levanta su cabeza”; ¡ese no era tiempo de levantar la cabeza, era tiempo de humillarse!
¿Quién es el que levanta tu cabeza?, ¿tu orgullo?, ¿tu soberbia?, ¿tu arrogancia?; o ¿te humillas delante de Dios para que sea Él quien te exalte? “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:6-7). ¡Dios nos deja en David una gran lección de humildad, y de cómo Él levanta su cabeza a su tiempo!
¡Todos queremos que Dios nos dé la salvación de cada uno de nuestros problemas!, deseamos que Él cambie las circunstancias, de tal manera, que nos sean favorables; pero, en este Salmo, queda claro que, si no tomas a Dios como “Tu Escudo”, “Tu Gloria” y “El que levanta tu cabeza”; esa victoria que tanto esperas, no llegará.
David podía dormir y levantarse tranquilo porque Dios lo cuidaba, no importaba el tamaño de los problemas, sino, su confianza en Dios.
“La salvación es de Jehová; Sobre tu pueblo sea tu bendición” Salmos 3:8
Pastor Nelson Reynaldo Pérez
Director Gral. Cinco E Internacional
www.cincoe.org
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