¿ERES VERDADERAMENTE LIBRE?
“Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” Juan 8:36
En una ocasión, iba caminando rumbo a mi casa, cuando escuché a un hombre que gritaba: “Soy libre”, “Soy libre”, sus gritos, llamaban la atención de toda la gente. Al observarlo, noté que estaba borracho y sostenía en su mano una botella con licor; me acerqué a él y le dije: “¿eres libre?”, me respondió que sí, y que él podía hacer cualquier cosa. Entonces le dije que, sí era libre, tirara la botella que llevaba en su mano e inmediatamente me dijo: “¡Ah no, eso jamás!”; obviamente, ese hombre era esclavo del licor.
¡Existen personas que creen que son libres, pero lo que tienen es una libertad engañosa!
Veamos qué es realmente la libertad; La Biblia dice: “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:36). La Palabra de Dios dice que hay una libertad verdadera y la pregunta es ¿tienes tú una libertad verdadera?
La Real Academia Española, define la libertad como facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar; por lo que es responsable de sus actos. Para los amigos del mundo, es “hacer lo que se les dé la gana”, es una definición centrada en el placer personal. Para los cristianos, la libertad consiste en “tomar la decisión de a quién servirán como esclavos, a Dios o al diablo”.
¿Cómo es que el creyente obtiene una verdadera libertad?
Para poder entender la preciosa libertad que Dios nos ofrece, es necesario entender cómo es que nuestro Señor Jesucristo nos redimió. En el Nuevo Testamento, encontramos tres palabras griegas que se traducen como redención: “Agorazo”, “Lutroo” y “Exagorazo”; su significado nos deja muy claro lo que es la obra de redención que Jesucristo dio a la humanidad.
AGORAZO, significa ir al mercado (Agora) de esclavos a comprar; “y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación” (Apocalipsis 5:9), significa que Cristo vino a este mundo “para comprarnos” con un propósito, ¡nos has redimido para Dios!
LUTROO. Con esta palabra que Dios usa en el Nuevo Testamento, nos da una gran enseñanza; “quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras” (Tito 2:14). La palabra “redimirnos”, en este versículo significa el precio que Cristo tuvo que pagar para comprarnos; ¡Se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos!; el apóstol Pedro dice: “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1:18-19). Jesucristo dio un precio por nuestro rescate, poniendo Su cuerpo en la cruz y derramando Su sangre preciosa, para rescatarnos de nuestra vana manera de vivir. Jesucristo vino a este mundo, que es “el mercado de esclavos”, nos compró con su sangre, nos quitó el estigma de esclavos y nos hizo Sus hijos, dándonos una verdadera libertad.
EXAGORAZO. Esta palabra nos da una secuencia, pues ya no tiene el énfasis en la compra, sino, en el hecho de que, al haber sido comprado, ya no está a la venta. El apóstol Pablo nos lo explica de la siguiente manera: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de Su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo” (Gálatas 4:4-7). ¡Qué maravilloso que Cristo nos compró!, no para tenernos como esclavos, sino, para convertirnos en Sus hijos por medio de la presencia del Espíritu Santo en nuestro ser, de modo que nosotros “ya no estamos a la venta”.
¿Qué harás ahora que tienes una verdadera libertad?
Conscientes del precio que Dios ha dado para que tú y yo tengamos esta preciosa libertad, debemos de mostrarle nuestro agradecimiento y tomar la decisión de someter nuestra voluntad a la de Él, teniendo el gran privilegio de ser Sus siervos. Esto es, haciendo a un lado nuestros deseos y convirtiéndonos en uno de sus fieles seguidores; esta actitud, viene definida en la palabra griega Doulos, que significa: uno que se entrega a la voluntad de otro, y la encontramos en el siguiente texto: “Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios” (Romanos 1:1).
Así como Pablo se declara siervo, “Doulos” de Jesucristo, así mismo lo hace Juan, y sus dos hermanos Jacobo y Judas se declaran “siervos de Jesucristo” en sus Epístolas. La idea de declararnos siervos de Dios, es la que nos explica el apóstol Pedro: “Como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios” (1 Pedro 2:16). De tal manera que, ¡Jesucristo hace “verdaderamente libres” a los que creen en Él y Le reciben!; si tú eres un hijo de Dios, redimido por la sangre de Cristo, ¿qué decisión tomarás para vivir tu vida?, ¿te harás siervo de Jesucristo o dejarás que tu corazón sea tu guía diaria?
¡Te animo a examinar tu vida y que tomes ahora la decisión de entregarte a Jesús como su Doulos!; como un verdadero hijo de Dios que está agradecido por haber sido redimido, obteniendo una verdadera libertad.
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