¿ERES UN CRISTIANO AFANADO?

 

Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” Filipenses 4:6 

 

Existen dos elementos silenciosos que pueden ser considerados como “pandemias mundiales” del siglo XXI; los cuales, combinados, están causando una serie de problemas a la sociedad, especialmente a los cristianos.  

El primero es el afán o estrés y el segundo, la incredulidad. Ambas características propias de los últimos tiempos, que combinadas dan como resultado una muy mala calidad de creyentes, quienes buscan resolver los problemas por sí mismos, sin tomar en cuenta los recursos que Dios ofrece en Su Palabra, ya que la incredulidad les hace sentir que Dios no está escuchando sus oraciones, que Dios no está interesado en su vida, que es muy difícil hacer que las promesas de Dios sean realidad, que servir a Dios no vale la pena; que es preferible cubrir sus necesidades personales, en lugar de sostener el ministerio, etc.  

 

¡Existen muchos cristianos que están viviendo este estilo de vida!, veamos qué se puede hacer para romper estas “pandemias espirituales” por medio de La Palabra de Dios. 

 

I. CONSEJO DIVINO PARA ELIMINAR EL AFÁN. Por nada estéis afanosos…” (Filipenses 4:6); 

  • “Por nada”, muchas veces nos preocupamos por cosas que realmente no valen la pena, por ejemplo: problemas imaginarios, situaciones hipotéticas tales como: “y si me enfermo”, “y si me quedo sin trabajo”, etc. Pero a veces nos preocupamos por cosas que sí valen la pena, como los estudios de nuestros hijos, un familiar que está hospitalizado, el obtener ingresos para pagar la nómina, por conseguir el dinero de la comida, porque uno de los hijos no tiene trabajo. Pero también, a veces nos preocupamos por la obra de Dios: la iglesia no crece, las ofrendas se vinieron abajo, los hermanos andan en pecado y no se arrepienten, etc.  

 

El consejo divino es “por nada estéis afanosos”, ni por las cosas que valen la pena, ni por los problemas reales; ¡Dios no quiere que estemos perturbados por ningún afán en la vida! 

 

 

  • “Sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6). Cuando tu confianza está puesta en Dios, lo normal es que le clames a Él en oración, pero, si el afán llega a tu corazón, es porque dejaste de confiar en Él; entonces la pregunta es: ¿en quién estas confiando entonces? La respuesta es sencilla: no es una incredulidad total, sino que has puesta la confianza en ti mismo, pero La Biblia dice: “El que confía en su propio corazón es necio; Mas el que camina en sabiduría será librado” (Proverbios 28:26). 

 

Estamos muy ocupados y no nos queda tiempo para orar y consultar la voluntad de Dios; orar significa confiar y esperar el tiempo de Dios, si confiamos en nosotros mismos nos afanamos y el afán no es Su voluntad para ti, porque te causa muchos daños tales como: hipertensión arterial, gastritis, úlceras en el estómago, colitis, disminución de la función renal, insomnio, pérdida del apetito. Como consecuencia, se te bajan las defensas y entras en agotamiento, en cansancio y muchas otras enfermedades, pero, Dios tiene cuidado de ti y sabe que lo que más te conviene es que confíes en Él y que esperes Su respuesta, “Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” 

 

Tenemos una promesa de Dios que dice: “Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; No dejará para siempre caído al justo” (Salmo 55:22); “Busqué a Jehová, y él me oyó, Y me libró de todos mis temores” (Salmos 34:4), tus temores, tus preocupaciones y tus afanes no deben estar en tu corazón, sino en las manos de Dios. 

 

  • “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:7). El resultado de confiar en Dios, es una completa paz de Dios en tu corazón; los que están cerca de ti verán esa paz en tu rostro y actitud, y harás que se pregunten: ¿cómo es posible que esté tan tranquilo en medio de esta situación tan difícil?, y aun cuando no lo puedas explicar, tendrás una paz profunda en tu corazón que de una forma natural te hace confiar en Dios. La clave para saber que estás en el centro de Su voluntad en una prueba, es tener paz en tu corazón; cuando el apóstol Pablo escribió este texto estaba preso en Roma y tenía la paz de Dios, pues él mismo deseaba estar libre, pero no estaba afanado por ello, sino que la paz de Dios gobernaba su corazón.  

 

¿Tienes alguna preocupación o estás afanado por algo?, ¡cualquiera que sea la razón, ponla en las manos de Dios y disfruta la paz de Dios! 

 

II. CONSEJO DIVINO PARA QUE EL AFÁN NO VUELVA A INSTALARSE EN TU CORAZÓN. El apóstol Pablo nos da dos consejos, el primero es:  

  • “En esto pensad” (Filipenses 4:8). Reconociendo que el campo de batalla es nuestra mente, Él nos dice que debemos de cuidar que en nuestra mente todos los pensamientos sean verdaderos, honestos, justos, puros, amables, todo lo que sea de buen nombre; si hay virtud alguna y si algo es digno de alabanza.  

¡Mientras la paz de Dios esté en nuestro corazón, estos son los pensamientos que estarán en nuestra mente, porque dice La biblia que la paz de Dios guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos; pero una vez dejamos de esperar en Dios y apartamos nuestra confianza de Él, es cuando le damos oportunidad de entrar a los pensamientos que no están en la lista anterior y es nuestra responsabilidad eliminarlos de nuestra mente; todos los cristianos deberíamos de implementar la “PME” (Policía Mental Espiritual) para cumplir con lo que dice La Palabra: Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:5), de manera que, si surge un pensamiento en nuestra mente que no está en la lista anterior, entonces debemos “arrestarlo y llevarlo cautivo” a la obediencia a Cristo, es decir, eliminarlo.  

 

Si permitimos que estos pensamientos se establezcan en nuestra mente, la paz de Dios ya no estará con nosotros. ¡Soy Yo, quien me encargo de cuidar mi mente bajo la guía del Espíritu Santo y Dios se encargará de las circunstancias que he puesto en Sus manos por medio de la oración! 

 

  • El segundo consejo que nos da el apóstol Pablo para mantener la paz de Dios en nuestro corazón es: “Esto haced” (Filipenses 4:9). Así que, no sólo tengo que cuidar lo que pienso, sino también lo que hago; entonces, lo que tengo que hacer es: “Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí…”; acá el llamado era que actuaran conforme a las enseñanzas en las que habían sido formados o discipulados y también que tomaran en cuenta el ejemplo de Pablo, quien había actuado conforme a las mismas enseñanzas que les había dado y que si lo hacían, el Dios de Paz estará con ellos, ¡no sólo la paz de Dios, sino “el Dios de Paz”! 

 

Cuando somos capaces de mantener una pureza mental y permitir que nuestros buenos pensamientos terminen en acciones, es cuando actuamos en consecuencia de las enseñanzas que permiten que el Dios de Paz esté con nosotros, dándonos la confianza que Él está actuando y bendiciendo nuestra vida. 

 

¿Qué cosas te están preocupando en este momento?  

 

¿Eres un cristiano que se preocupa fácilmente o eres uno que confía en las promesas que Dios te ha dejado?  

 

¡Dios no quiere que te destruyas bajo el afán, pon tu confianza en Él y disfruta de Su paz! 

Pastor Nelson Reynaldo Pérez

Director Gral. Cinco E Internacional

www.cincoe.org






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