LA INFIDELIDAD Y LA AUTOESTIMA

 

“Para que te guarden de la mujer ajena, Y de la extraña que ablanda sus palabras” Proverbios 7:5 

 

Un creyente que viajaba en un avión, tuvo como compañera de vuelo a una señorita, quien lloraba mucho. Luego de un breve silencio, en el cual, el creyente dudaba si era conveniente o no preguntarle la razón de su llanto; decidió ponerse a la orden ante ella.  

 

La joven le respondió: “gracias”. Posteriormente, el creyente le dijo que, si ella quería hablar sobre lo que estaba afectándola, él estaba dispuesto a escucharla. Luego de unos instantes, ella se repuso y le comentó lo siguiente: “yo estaba comprometida con un joven y me acabo de enterar que él se fue con otra mujer; ¡de nada sirvió que yo me conservara pura para el matrimonio!; por eso, ¡si mi virginidad ha sido la causa del abandono, lo primero que haré al llegar a mi destino es perderla! A propósito, ¿le gustaría salir conmigo?”  

El creyente le respondió que, solamente porque un hombre no la valoró como debería, no valdría la pena echar por el suelo su convicción de mantenerse pura para el matrimonio; además, le dijo que ella era una joven hermosa y atractiva, pero, que él era cristiano y que estaba casado; por lo tanto, no podía aceptar su invitación, ya que, eso significaría aprovecharse de su situación y, además, él traicionaría sus convicciones. Ella le respondió: “si yo pudiera encontrar a un hombre que piensa como usted, me quedaría virgen hasta encontrarlo”. 

 

Este creyente, aprovechó el resto del vuelo para hablarle de Cristo, y ¡gracias a Dios, este caso tuvo un final feliz!, por eso hemos podido compartirlo; de lo contrario, sería otro caso de infidelidad que se mantendría en el anonimato. 

 

Los casos de infidelidad de pensamiento, e infidelidad emocional y física son más frecuentes de lo que nos imaginamos; muchos hogares están en riesgo de destrucción y sufren angustias secretas. Por eso, he decidido hacer esta reflexión; aunque es un tema extenso, me centraré en el capítulo 7 de Proverbios. 

 

I. LA INFIDELIDAD Y LA PALABRA DE DIOS. “Para que te guarden de la mujer ajena, Y de la extraña que ablanda sus palabras” (Proverbios 7:5). ¡Entre más cerca estemos de La Palabra de Dios, más lejos estaremos de la infidelidad! Cuando nos casamos, hicimos un pacto de fidelidad con Dios; y mi esposa, es la beneficiaria de ese pacto; pero, mi compromiso es con Dios, de tal manera que, para ser infiel a mi esposa, primero tengo que ser infiel a Dios.  

¡Si mi temor hacia Dios permanece firme, la infidelidad no se asomará a mi casa! 

 

La Palabra de Dios es el antídoto eficaz contra la infidelidad; “Hijo mío, guarda mis razones, Y atesora contigo mis mandamientos. Guarda mis mandamientos y vivirás, y mi ley como las niñas de tus ojos. Lígalos a tus dedos; escríbelos en la tabla de tu corazón. Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana, y a la inteligencia llama parienta” (Proverbios 7:1-4).  Lo que están expresando estos versículos, es que debo darle mucho valor a La Palabra de Dios, “atesorarla”; Ella es un alimento espiritual que me fortalece, debo “vivirla”; Sus mandamientos deben ser los pensamientos que vienen a mi mente en tiempos de tentación, porque estarán en mi corazón; además, debemos estar muy familiarizados con los mandamientos de Dios, conocerlos muy bien, como a “parientes”. 

 

Los principios que Dios nos da forman “un gran muro”, el cual, no permite que la infidelidad entre a nuestra casa. Cuando estamos escuchando La Palabra de Dios, El Señor nos brinda pensamientos sanos, puros y agradables a Él, no hay manera que podamos ceder al pecado. Hay pasajes que forman “una muralla”, tal es Éxodo 20:14 “No cometerás adulterio”; o Éxodo 20:17 “No codiciaras la mujer de tu prójimo”; pero, además, hay otros textos que nos ayudan a no intentar derribar los muros y fortalecen también nuestro temor a Dios; “El que piensa estar firme mire que no caiga” (1 Corintios 10:12) 

¡El adulterio o la infidelidad son como “un gigante dormido”!; una vez que lo despiertas ya no quiere volver a dormir, así que, mejor no lo despiertes. 

 

II. LA INFIDELIDAD Y LA PALABRA DEL HOMBRE. “Vi entre los simples, Consideré entre los jóvenes, A un joven falto de entendimiento” (Proverbios 7:7). En este versículo, podemos ver que Salomón está refiriéndose a un joven que no tenía temor de Dios, “no era sabio” y así mismo, “era falto de entendimiento”; o sea que no tenía Palabra de Dios en su vida. Como no escuchaba la voz de Dios, tuvo que oír la voz de una mujer que le endulzó su oído; “Por tanto, he salido a encontrarte, Buscando diligentemente tu rostro, y te he hallado” (Proverbios 7:15). 

“Eres la persona que he estado esperando toda mi vida”, “a ti es que te buscaba”, “un joven guapo como tú es lo que yo he anhelado”, “me encanta tu manera de ser”, “soy afortunada al encontrarte”; ¡todas esas expresiones son puras mentiras!, se las dicen siempre a sus “clientes” o a sus víctimas; pero este joven de Proverbios 7, estaba impresionado por las palabras de ella, y creyó todo lo que le dijo; “Lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras, Le obligó con la zalamería de sus labios” (Proverbios 7:21). 

 

Las palabras de la mujer son agradables, destilan miel, son blandas como el aceite; pero algunas, las utilizan como “armas”. El hombre, muchas veces no siente una atracción física hacia alguna mujer, ni un deseo sexual, sino que, esas palabras tienen un gran efecto en él, porque lo hacen sentirse bien, levantan su autoestima; y como dice La Biblia, “Al punto se marchó tras ella, Como va el buey al degolladero, Y como el necio a las prisiones para ser castigado” (Proverbios 7:22); ¡de esta manera, la mujer caza la preciosa alma del varón! 

 

Cuando las señoritas son maltratadas en casa y encuentran a un joven que les habla bonito y las trata de manera amable; acceden a sus deseos carnales.  

Existen dos cosas que hacen que el hombre y la mujer sean más vulnerables; la primera, es cuando hay desánimo causado por metas no alcanzadas o por problemas en casa, y repentinamente se encuentran con alguien que les habla muy bien, y aunque el hombre inicialmente no tiene ninguna intención, encuentra satisfacción en aquella amistad y la busca. La segunda, es cuando la persona, sea hombre o mujer, está entrando a la vejez; baja su autoestima, cree que ha perdido su atractivo y está dispuesta a una conquista; se rodea entonces de cosas que “levantan su autoestima”, como un buen carro, vestirse de manera más llamativa, comienzan a fantasear y, aunque erróneamente creen que están “conquistando”, en realidad no se dan cuenta que, la presa, son ellas.  

¡No importa la edad que tengas, debes de guardar tu pacto con Dios y mantenerte fiel!; esto dará plena satisfacción a tu vida. 

 

III. NUESTRA AUTOESTIMA ESTÁ EN JESÚS. ¡El hombre que tiene éxito en la vida, es el que es fiel a Dios y a su esposa toda la vida! Aunque el mundo dice y piensa diferente, el hombre sabio es el que resiste la tentación. No importa que el mundo crea que eres un tonto porque dejas pasar esas oportunidades; debes de entender que Jesús te ama, que te acepta tal como eres, que Él es quien te ha creado. Él sabe que tienes mucho valor, Él quiere cuidarte y desea que representes la relación de Cristo y la iglesia; que, así como Cristo es fiel a la iglesia, también nosotros lo representemos. 

¡Recuerda siempre que, el único interesado en que seas infiel a tu esposa, es Satanás! 

 

Solamente hay dos opciones; o estás escuchando y atesorando La Palabra de Dios, o estás siendo presa de las palabras de una mujer para destruir tu alma.  

 

¿A quién estás escuchando tú?  

¡La voluntad de Dios es: castidad hasta el matrimonio y fidelidad hasta la muerte! 

Pastor Nelson Reynaldo Pérez

Director Cinco E Internacional

www.cincoe.org 





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