UNA FE SIN ACEPCIÓN DE PERSONAS
“Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas” Santiago 2:1
¡Dios no hace acepción de personas con respecto a la salvación! La Biblia dice que es “para todo aquel que en Él crea”, sin importar las circunstancias externas como: su nivel económico, nivel social, nacionalidad, etc.; de manera que, Él espera que nosotros, como Sus hijos, también seamos imparciales en la forma en que tratamos a los demás hermanos en Cristo.
Este tema es importantísimo, pues, como habitantes de este mundo, nos hemos acoplado a conceptos equivocados, como por ejemplo, en qué radica el valor de una persona.
Cuando Samuel fue enviado por Dios a la casa de Isaí para ungir a uno de sus hijos, para luego sustituir al rey Saul, se le presentó a Eliab; cuando lo vio dijo: “De cierto delante de Jehová está su ungido”; él estaba seguro que ya había encontrado al elegido, pero, Jehová le dijo: “No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1a. Samuel 16: 7). Sin duda, esta es una gran lección que aquel día aprendió Samuel, la pregunta es:
¿Hemos aprendido nosotros esta lección?
Este es el tema que quiero tratar en la reflexión de hoy.
I. DEFINICIÓN DEL PROBLEMA.
Santiago inicia este capítulo con una instrucción, “Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas” (Santiago 2:1). Una vez dada la orden, que no es más que un eco de la ética del Antiguo Testamento, Santiago nos da un ejemplo para que entendamos a qué se está refiriendo. No estamos hablando de racismo, que es la creencia en la superioridad de un grupo racial sobre otro; también es bueno entender que, cuando Santiago dice que nuestra fe debe de ser sin acepciones, tampoco está promoviendo la igualdad del ser humano, ya que también es una injusticia; pues la expresión “en el cielo todos seremos iguales” no aparece en La Biblia.
¡La realidad es que, ante Dios no todos somos iguales!, acá en la tierra algunos somos Sus hijos y otros son Sus criaturas; y en el cielo hay galardones, coronas, etc., los cuales harán la diferencia entre los salvos. De la misma manera, en el infierno no todos serán iguales, hay niveles de sufrimiento de acuerdo a sus obras en la tierra (Mateo 11:21-22).
Para poder entender a lo que se está refiriendo Santiago, veremos la definición de la frase “acepción de personas”, en griego es parcialidad, es el delito de uno que, siendo responsable de emitir un juicio, muestra respeto hacia la posición, rango, popularidad o circunstancias de los hombres, en lugar de examinar sus condiciones intrínsecas, prefiriendo los ricos y poderosos a aquellos que no lo son. Este es realmente el pecado que Santiago nos pide no cometer, y para dejarlo más claro nos da un ejemplo: “Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado; ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos? (Santiago 2: 2-4).
Es interesante que, en los tiempos cuando se escribió la Epístola, las personas más jactanciosas usaban anillos en todos sus dedos, menos en el pulgar, a veces se ponían más de uno en cada dedo; y cuando ellos querían causar una buena impresión en las reuniones sociales, alquilaban anillos.
¡Siempre ha sido el mismo problema!; pero los creyentes no debemos acomodarnos a los conceptos de este mundo!, pues “… si hacéis acepción de personas, cometéis pecado…” (Santiago 2:9).
¿Crees que Dios te está indicando hacer algún cambio para evitar este pecado?
II. LA BASE BÍBLICA.
Observemos cuidadosamente el ejemplo que Dios nos da en Deuteronomio 10:17, “Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho” ¡Dios espera que seamos como Él y por eso nos deja la instrucción clara de lo que espera de nosotros, “No harás injusticia en el juicio, ni favoreciendo al pobre ni complaciendo al grande; con justicia juzgarás a tu prójimo” (Levítico 19:15).
También, en el Nuevo Testamento vemos cómo Dios le enseña a Pedro a no hacer acepción de personas en cuanto al Evangelio, por medio de la visión del lienzo, a lo que Pedro expresó: “En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia” (Hechos 10: 34).
También el apóstol Pablo nos enseña “Pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego; porque no hay acepción de personas para con Dios” (Romanos 2: 10-11).
III. ¿CÓMO NOS AFECTA ESTA ENSEÑANZA A NOSOTROS?
Cuando pienso en este tema, me doy cuenta que estamos rodeados de una gran influencia que nos afecta a todos, de manera que, terminamos viendo a las personas, unas diferentes a las otras cuando emitimos juicios, viniendo a nuestra mente prácticas comunes para evaluarlas de acuerdo a:
Su condición económica: Algunos juzgan diferencias entre uno y otro diciendo “de acuerdo al sapo es la pedrada”.
Su acento extranjero. Hacen un juicio y toman decisiones para aprovecharse.
Su sexo. Hay quienes al ver que es una mujer quien lleva el vehículo al taller le suben el valor a la cuenta.
Su clase social. Cuando nos enteramos que una persona vive en una colonia de mala fama, tomamos nuestras precauciones.
Su apariencia. Muchos juzgan por la apariencia de las personas, mientras que otros, toman ventaja de su apariencia, sabiendo que impresionarán a los demás.
Su capacidad intelectual. Algunas personas son rechazadas por ella.
Sus aficiones. Otros pueden ser mejor aceptados o rechazados en un grupo, cuando son de determinado club de futbol o partido político.
¡En fin, son tantos los moldes que este mundo nos ofrece, que nos vemos tentados a juzgar de acuerdo a ellos! Eso es exactamente lo que nos está indicando Santiago, que no debemos de traer estos conceptos a la Iglesia, para no hacer diferencia entre los hermanos.
Recordemos que, tenemos que aprender a no ver lo externo, sino el corazón, sus necesidades espirituales, su disposición a servir a Dios, si hay temor de Dios en sus vidas, etc.
¡Es cierto que nos movemos en este mundo, pero no pertenecemos a este mundo!
Como cristianos, debemos de formar subculturas dentro de nuestras iglesias y llevar esos valores a dondequiera que vayamos.
¡La Iglesia tiene mucho que ofrecer a este mundo! y estos conceptos son los que nos hacen diferentes a ellos; ¡este mundo se dará cuenta que nuestra ciudadanía está en los cielos y que nuestros valores son eternos! Por eso mismo, nos buscarán para unirse a nosotros en el camino de la salvación.
¡Dios quiere que nuestra fe sea sin acepción de personas y que amemos a todos por igual!
¡Evita hacer “argollas” o grupos afines cerrados dentro de la Iglesia!
¡Procuremos que nuestro amor fluya con libertad entre todos los hermanos por igual!
¡Evalúa tu vida y asegúrate de no estar importando falsos conceptos a la Iglesia!
Pastor Nelson Reynaldo Pérez
Director Gral. Cinco E Internacional
www.cincoe.org
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